Historia:
Empezando |
La escuela 8 del DE 13 -turno tarde- atraviesa, nuevamente, un momento complejo y complicado. Maestras y maestros afirmamos que la violencia que se da en la escuela condiciona negativamente la posibilidad de aprendizaje de chicas y chicos.
La complejidad tiene que ver con la suma de varias situaciones que datan de mucho tiempo, por citar algunos: la violencia en la escuela es una extensión de la violencia que se vive en el barrio; la estigmatización que la escuela sufre tiene que ver con realidades contundentes que se viven a diario y con la respuesta que les dio la escuela en años anteriores; las complicaciones propias de este tipo de escuelas en la coyuntura actual de vaciamiento y destrucción de la educación pública.
Sin embargo desde hace poco más de 3 años la escuela ha logrado cierta estabilidad en relación con las conducciones y los docentes; muchos han decidido quedarse, siendo que muchas veces las escuelas de mayores problemáticas, como ésta, funcionan como “escuelas de paso” para la titularización o el ascenso jerárquico.
Desde 2008 muchos docentes nos fuimos planteando la necesidad de dar solución efectiva a este problema y mejorar las posibilidades de enseñanza y aprendizaje. Muchas cosas pasaron desde aquel año y ahora nos encontramos nuevamente empezando, casi de cero, a intentar soluciones.
Desarmando la violencia:
La primera de las ideas que atraviesan lo que pretendemos hacer es que el problema de la violencia es un problema de todos los actores que integran la escuela, de los cuales los más visibles son chicas y chicos, maestras y maestros. Así fue que ante la reedición de nuevos viejos hechos de violencia nos volvimos a plantear la necesidad de retomar algunas acciones re significándolas en este nuevo contexto. Así comenzamos a reunirnos en horarios extra escolares, algunos antes del mediodía y otros luego de la jornada, a pensar.
El primer hecho significativo es la necesidad de estos espacios en donde maestras y maestros piensan colectivamente las problemáticas que los atraviesan y encuentran, entre todos, ideas que posibiliten soluciones.
Durante 2008 se inició un Consejo de Convivencia (CdC) que tenía delegados de cada grado, de los docentes, conducción y auxiliares, que traían las propuestas de cada grado sobre todo en relación a la violencia en los recreos y en general a cuestiones de convivencia. Durante ese año funcionó muy bien, dando resultados muy buenos. Sin embargo durante 2009 no pudo reeditarse y si bien cierta continuidad hizo que los logros se mantuvieran, ya en 2010 desaparecieron. Por lo tanto la primera idea fue retomar la idea de realizar el CdC. Pero el debate fue llevando a la idea de que pretender instalar esto de nuevo sería muy difícil o inútil. Y así fue que se propusieron una serie de actividades que irían terminando en un algo parecido al CdC, pero con nuevas características.
Entre muchas ideas una aparece como la más importante, existe una contraposición entre el decir, de todos, y el hacer: los chicos saben que lo que hacen no lo tienen que hacer, es decir, golpearse, pegarse, etc. aunque sea simplemente por el hecho de estar en la escuela, pero su hacer es ajeno a ese “saber”, por otra parte nuestro decir, como docentes, no hace efecto en sus “haceres”. Por lo tanto la idea es proponerles hacer y en ese hacer aprender otro modo de convivencia. Y así fueron surgiendo ideas para haceres en taller y colectivamente.
Presentando la imgen |
De ciegos y elefantes:
En una de esas reuniones surgió una contraposición obvia, pero que presentada como idea adquiere mayor potencia: la gran mayoría de las chicas y chicos no ven sus accionares violentos como un problema que influye en sus posibilidades de aprendizaje. Así fue que una maestra propuso trabajar sobre un cuento en donde unos ciegos tocan un elefante para saber cómo es, y como cada uno toca una parte distinta afirman distintas cosas sobre el elefante, terminando en una disputa pues cada uno afirma que el elefante es lo que su parte le ha contado.
Adoptamos el cuento ya que pensamos que fácilmente luego podríamos trasladarlo analógicamente a la escuela, pensando cuáles son las partes de la escuela, y que ve cada parte de sí misma y de las demás.
Luego apareció una foto de una escultura que representa el cuento, y allí fue más fácil pensar una actividad: la misma consistiría en fragmentar la imagen y proponerle a cada grupo de chicas y chicos que pensaran parte de qué es esa imagen y que a partir de esa imagen la dibujaran, generando distintas producciones y visiones a partir de las mismas partes.
Votando sobre la imagen |
Parte 1:
Y pensamos arrancar la propuesta haciendo la actividad -generar un dibujo a partir de una imagen- aunque con una imagen cualquiera que sirviera de disparador. Pero sobre todo apuntando a juntarnos en un momento de la jornada escolar y hacer algo entre todos.
Y de eso dan cuenta estas fotos.
Habría un par de cosas para decir de esta Parte 1: en principio que la actividad funcionó tal como habíamos pensado, lo que chicas y chicos veían en la imagen era tan variado como impensable, bello e imaginativo; que hubo consenso en algo pequeño como cuál era la posición en que el dibujo debía ponerse y en qué lugar del afiche debía ir, que hubo atención y disposición a hacer la actividad. De lo que habría que mejorar podría pensarse sobre todo en el tiempo, que debió ser un poco más corto y eso hizo que sobre el final hubiera algo de desorden, y en la expectativa que algunos, me incluyo, teníamos de la misma sin ver que esta es, justamente, una primera parte de un largo camino y que como tal no tendría muchas diferencias con la situación actual de la escuela y de quienes aprenden y enseñan dentro de ella.
Es decir TODAS Y TODOS tenemos mucho por aprender.
Dónde va la imagen |
Qué vieron: un colectivo, una casa y una niña |
Completando las partes y el todo final |
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