21 de octubre de 2008

De broncas, tristezas y robos

   El Jefe de Gobierno expresó ante la prensa su “bronca” y su “tristeza” porque se le está “robando” un día más de clases a los chicos, a raíz del paro para el martes 21-10-08 en repudio a la represión. Es obvio, él –ni ninguno de sus funcionarios– trabaja en nuestras escuelas. Si así fuera tal vez la cosa sería distinta…

   Porque a maestras y maestros en la escuela pública nos dan bronca y tristeza:
   · las aulas superpobladas por la decisión de no construir escuelas;
   · que el sueldo básico de un maestro sea de $695, por debajo de la línea de pobreza;
   · tener que dar clase en condiciones que ponen en peligro la salud de los chicos y de los maestros;
   · que haya docentes contratados en estado absoluto de precarización laboral;
   · que esté establecido que la escuela está para “dejar” o “cuidar” a los chicos;
   · que la enseñanza pública esté conducida y evaluada por lógicas económicas;
   · no poder enseñar por razones que nos exceden –no por formación profesional, sino por que la escuela pública está sufriendo un vaciamiento obsceno–;
   · los chicos que dejan de venir a la escuela por causas injustas;
   · las historias de maltrato, violencia y abuso que viven nuestros alumnos;
   · cómo se avanza en una sociedad para pocos y cómo esto se refleja en la escuela;
   · las acusaciones que nos recaen responsabilizándonos de situaciones que corresponden a funcionarios;
   · la mentira, el engaño, el cinismo, la hipocresía y el doble discurso del gobernante de turno.

   Porque a maestras, maestros, chicas y chicos nos roban
   · cuando se pierden días por falta de gas, de luz, de agua, por obras mal hechas y vueltas a hacer porque es negocio rentable;
   · cuando buscan convertir la educación pública en una mercancía;
   · cuando se sobrevalúan por 3, 4 y hasta 5 veces las obras indispensables (como la pintura la mitad de una pequeña escuela en $370.000);
   · cuando se realizan inversiones inútiles como pintar aulas con problemas de humedad o comprar caloventores para cada aula;
   · cuando se extienden obras que podrían realizarse en menos de un mes;
   · cuando se envían materiales inútiles en contexto (pizarrones electrónicos que cuestan 2.400 dólares en escuelas con techos caídos y aulas o bibliotecas con goteras, internet inalámbrico, manuales en septiembre);
   · cuando sólo se ejecutó un 6% del presupuesto asignado a construcción y mantenimiento de escuelas en lo que va del año;
   · cuando los funcionarios se aumentan varias veces los sueldos a sí mismos.

Para maestras y maestros bronca, tristeza y robo son cosas cotidianas, que curiosamente nos dan fuerza porque sabemos qué queremos que sea y qué no queremos que sea una escuela pública.


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